Leo con cierto regocijo un artículo en elmundo.es sobre la crisis de la industria de la música en directo en España, documentado y con buenas declaraciones. Con los Ayuntamientos en bancarrota, la música pop pierde a su principal mecenas. Y yo que me alegro. Que sea únicamente el público con el dinero de su entrada quien subvencione y premie el talento de los músicos, no la arbitrariedad de un político local mediocre: "Los concejales contrataban al grupo de moda según los gustos de su hija o de su mujer, y la foto que se hacían en el camerino ha costado millones", explica un promotor en el reportaje.
Los músicos enchufados, los aburguesados en el éxito pasado caerán en este nuevo paisaje. Sólo aquellos con verdadero respaldo popular pasarán la criba, amparados en el boca a boca y la viralidad digital, en nuevos modelos de negocio que jubilen al CD a 20 euros y el concierto a precio fuera de mercado pagado por Ayuntamientos irresponsables. Avanza la democratización de la música. Como ejemplo 'Walk Off the Earth'. Unos zagales canadienses con cierta tendencia al frikismo que se cascaron en el salón de su casa una originalísima versión de 'Somebody that I used to know', de Gotye. La cosa marcha por los 50 millones de visitas a su vídeo en Youtube. La gente en internet es libre, detecta el talento y lo comparte. Cuando 'Walk off the Earth' pisen mi ciudad, me rascaré gustoso el bolsillo por verlos en directo.
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