Esta entrada pretende ser la primera de una serie sobre China, a propósito de un viaje reciente. Me espera un largo agosto, sin vacaciones pero mucho tiempo libre, en que pretendo escribir entradas más elaboradas que esta inicial. Será un de menos a más, tampoco es cuestión de abrir fuego debatiendo sobre filosofía confucionista.
A mi regreso de Oriente, he respondido a familiares y amigos muchas preguntas parecidas sobre tópicos chinos. Hoy me parecen un poco tontas, pero son las mismas que hubiese formulado yo mismo hace dos semanas. 12 días no dan precisamente para mimetizarse con una cultura tan diferente, pero sí quizá para desmontar o corroborar algunos mitos urbanos clásicos sobre China que circulan en el ideario popular occidental, tales como...
desmentidos.
- Todos los chinos no son iguales... Y las chinas menos!
- Los chinos SÍ usan papel higiénico
- Ni siquiera en Shangai (por aquello de la Expo) encuentras chinos que hablen inglés
- La ropa de marca (falsificaciones aparte) no es más barata en China porque se fabrique allí. Al contrario, es igual o más cara que en Occidente
corroborados.
- No hay chinos gordos ni calvos
- Los chinos lo falsifican TODO. Hasta el agua embotellada
- No se ven perros por las calles (...)
- No hay pobreza extrema, es decir, nadie pasa hambre en China.
- Los chinos no salen por la noche. Lo más, a cenar y se toman unos chupitos de sobremesa. Es 'imposible' encontrar bares ni discotecas en una ciudad sin occidentales (turistas o expatriados).
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