Apenas llevaba unos días en España y, por supuesto, de castellano ni palabra. La mañana del partido el pívot no apareció por el desayuno del hotel de concentración y el delegado del Madrid pasó la mañana buscándole en las discotecas afterhours, preguntando a los “seguratas”. Al final apareció, no jugó ni un minuto en aquel encuentro y meses después le dieron boleto.
El primer cuarto de final del viernes, Joventut-Pamesa, fue un tostón. El paso de los valencianos por la Copa fue vergonzante, sin alma ni dignidad, permitieron al DKV gustarse de cara a la galería. Y por fin el Madrid, por fin el sector del pabellón de la afición blanca lucía lleno. En ese pelotón estábamos los cuatro, dejándonos la voz y las uñas. Las personales de Gasol, la profundidad de banquillo y la clase de Bullock fueron las claves de un encuentro que se jugó mal pero se ganó. “Malhechor” Miralles, máximo directivo del baloncesto del Madrid, oportunista a la par que populista, apareció por la grada para agradecer el apoyo y celebrar la victoria con los Berserkers. Nadie le vio el sábado tras la eliminación...
El primer cuarto de final del viernes, Joventut-Pamesa, fue un tostón. El paso de los valencianos por la Copa fue vergonzante, sin alma ni dignidad, permitieron al DKV gustarse de cara a la galería. Y por fin el Madrid, por fin el sector del pabellón de la afición blanca lucía lleno. En ese pelotón estábamos los cuatro, dejándonos la voz y las uñas. Las personales de Gasol, la profundidad de banquillo y la clase de Bullock fueron las claves de un encuentro que se jugó mal pero se ganó. “Malhechor” Miralles, máximo directivo del baloncesto del Madrid, oportunista a la par que populista, apareció por la grada para agradecer el apoyo y celebrar la victoria con los Berserkers. Nadie le vio el sábado tras la eliminación...
Para cenar entramos, de nuevo por casualidad, en un restaurante al parecer con solera: La Taberna de los Mundos. La especialidad son los bocadillos de diseño”... ttp://www.delosmundos.com/
Un manjar. Después, descubrimos “la Zapa”, la otra calle de marcha de Vitoria, de ambiente menos político que la Cuchillería. Pero la noche no dio demasiado de sí. Alfonso se agarró un señor trozo y nos “retuvo” hasta tarde bailando con las columnas. Al resto nos pesaron las copas de la noche de apertura. En una de las paradas de nuestro peregrinaje fuimos a dar a la discoteca que había alquilado la ACB. En la barra, todo un mito del TAU y del Madrid, Joe Arlaukas (ahora metido a promotor inmobiliario), le tiraba los tejos a una joven a la que casi doblaba en edad. Siempre fue un pichichi... El sector joven del equipo de TVE andaba por la pista. La entrevistadora Fe López no defrauda en persona y el narrador Arseni Cañada, con pinta de soso y empollón, parecía coquetear... con un chico. ¿Se le moja la canoa?
David condujo el coche de vuelta al convento. Alfonso, de copiloto, borracho y dormido. Detrás, Hernán dormido y servidor despierto como un búho, preocupado por la espesísima niebla (por cierto, perpetua en el trayecto Vitoria-Miranda). El conductor se encomendó al GPS (de nombre Tontón), pero la tecnología falló. Se equivocó de desvío y David detuvo el coche a 50 metros de lo que se intuía el control de entrada al peaje AP-1. Alfonso se despertó y acertó a apartar unos conos para poder hacer la “pirula”, pasar al otro lado de la carretera y cambiar de sentido. Nos volvimos a encomendar a Tontón... 20 minutos después estábamos aún más perdidos. El GPS nos condujo por un pueblo fantasma (Armiñón), a la salida del que nos indicó un camino de tierra y una posterior “ruta de cabras” que continuamos hasta que los cardos medían más que el coche e impedían el paso.
La niebla seguía igual de espesa, no se veía a más de 5 metros. Paramos el coche, preocupados. “¡Hernán, despierta!”. A Alfonso se le arrugaron los huevos hasta quedar como pasas deshidratadas... “¡Echa el cierre al coche, a ver si nos van a asaltar!”. Tontón marcaba continuar en esa dirección... Y nos dio por reír... Se había vuelto loco. Acordamos pasar de él, dar la vuelta y volver sobre nuestros pasos. Al poco encontramos el rumbo correcto. Invertimos una hora y media en los 25 kms. del trayecto Vitoria-Miranda.
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