Los torneos de golf hacen una criba (corte) tras la jormada de viernes, la mitad de los jugadores se marchan a casa el fin de semana. Fue mala suerte la de Jason Bohn en el Travellers Championship, torneo del circuito PGA de EEUU. Sólo le quedaba un hoyo para terminar su segunda vuelta, cuando una tormenta obligó a suspender el juego hasta el sábado.
Justo antes, Bohn acababa de firmar su condena a no pasar el corte con un doble bogey en su penúltimo hoyo. Con -1, a dos golpes del corte (-3) y con sólo un hoyo por jugar (un par 4), estaba virtualmente eliminado. Pero tuvo que hacer noche lejos de casa para madrugar un sábado, salir al campo a las 7:30 de la mañana, jugar ese último hoyo y entregar la tarjeta.
Cuando sonó el despertador era todavía de noche. Maldijo la tormenta del día anterior y se marchó al campo de prácticas. Podría estar de camping con su familia. Con tanto viaje apenas ve a las niñas.
El trámite por el que no pudo volver a casa el viernes era un par 4 de 410 yardas. Colocó su salida en el centro de la calle. Le quedaba un tiro de 127 yardas (117 metros). Se puede afirmar, sin demasiado temor a equivocarse, que nunca nadie hizo eagle a este hoyo.
Jason Bohn lo hizo. La embocó desde esas 127 yardas y pasó el corte, ganándose el derecho a jugar el fin de semana. Su modesta gesta no aparece en (casi) ninguna crónica. No ganó el torneo, ni se acercó. Sí unos dólares extra para cubrir gastos.
Querríamos colgar el vídeo del eagle de Jason Bohn. Pero los cámaras no madrugaron.
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