Miércoles 6. El plan para mañana: Madrid-Vitoria en coche. Salida, “a las 9:00”. Llegada, “para antes de comer”. Una vez allí: paseo por la ciudad, entrada al pabellón, sesión doble de baloncesto (TAU-Unicaja y Barça-Bilbao), cena y salida nocturna. El alojamiento es un convento de monjas en Miranda de Ebro (a 20 kms. de Vitoria), único lugar donde quedaban habitaciones. Una peculiar fonda para cuatro jóvenes con intención de desparrame.
Uno de ellos, Hernán, es un tipo divertido, con más ganas de fiesta que afición al baloncesto. Alfonso es un merengue de vieja escuela, un alcohólico social, cabeza de puente en asuntos de mujeres. Los hermanos Colmenarejo, catadores de baloncesto, creen en la victoria blanca a pesar de que un amigo común, el Anfi, les advirtió hace semanas: “no os hagáis ilusiones, el Madrid nunca gana la Copa”. La historia es clara: la última victoria se remonta 15 años atrás (A Coruña), el Cretácico para aficionados por debajo de la treintena.
El equipaje para el viaje es escaso: baraja de naipes, tres o cuatro mudas y algo de acohol. Además, el “kit Copa Real Madrid”: bufanda y camiseta cortesía del club al par de centenares de aficionados que viajan a Gasteiz. De todos modos, la idea no es mezclarse con los Berserkers (“barra brava” blanca en cuestiones de baloncesto) sino pasar por civiles. Tópico en mano, Vitoria es territorio hostil para cuatro madrileños madridistas, dentro y fuera. Fuera, por obvios y ridículos motivos políticos que no vienen al caso. Dentro, será como jugar a domicilio, pues todas las aficiones animarán siempre al rival blanco. ¿Por qué? Dos vascos (Bilbao y TAU), tres catalanes (Barça, Joventut y Girona) y los otros dos, Pamesa y Unicaja, son neutrales... pero apoyarán al rival más débil. En ningún caso el Madrid.
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1 comentario:
A javi y A mi nos ha encantado tu mención sobre nuestra compañia...
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